En Guardiola de Berga había una fonda llamada Cal Frare. Su propietario tuvo problemas económicos, motivo por el cual su cuñado, Esteve Noguera Forgas, le compró el local. Esteve, fabricante de embutidos barcelonés, y su mujer, Concepció Rovira Vilarosal, compraron Cal Frare a partes iguales por un precio de 37.333 pesetas y 32 céntimos. Convirtieron el edificio en un obrador de embutidos, con la zona de matanza en los bajos, manipulación y elaboración en el primer piso y secaderos en los pisos superiores.